El del anacoreta es uno de esos temas que podríamos llamar "extremos", y mi interés por él viene de antiguo. Lo descubrí en mi adolescencia de la mano de algunos pintores flamencos (El Bosco, Brueghel y Grünewald entre otros) que tienen tremendos cuadros sobre las tentaciones que sufrió San Antonio en el desierto. Siempre me fascinaron esas obras por la imaginativa variedad de bestias diabólicas y monstruos horripilantes que los pintores (y eso se nota) disfrutaban inventando. También había sido un tema favorito de algunos surrealistas como Max Ernst o el mismísimo Luis Buñuel, cuya magnífica película Simón del desierto, aumentó aún más mi interés por los llamados "padres del desierto". En 1985 hice para el Víbora una historia de 6 páginas, "Las tentaciones del santo albino"(recogida en el álbum La muerte húmeda), que exploraba la cuestión. Y luego, cómo no, está la palabra misma, anacoreta, que me parece preciosa (y que viene del griego "me retiro").
El caso es que hará unos cuatro años, pocos días después de la festividad de San Antonio Abad, la gran fiesta invernal de la Mallorca rural, en la que en muchos pueblos de la isla se hacen representaciones del acoso al que los diablos sometieron al santo, mi amigo Biel Pons me prestó "La tentación de San Antonio", la novela de Gustave Flaubert. La disfruté tanto que empecé a soñar con la posibilidad de ilustrarla, y de hecho lo propuse pocos meses después a un par de editoriales, aunque sin éxito alguno.
Otra opción era hacer un cómic a partir de ella, y también la estuve sopesando, pero ¿a quién iba a interesar hoy en día la historia de un santo buscando a dios y acosado por los demonios? Fue entonces cuando se me ocurrió enfocarlo de otra manera: ¿Cómo sería un anacoreta en el mundo de hoy, en el que ya nadie cree ni en dios ni en el diablo? ¿Qué podía llevarle a retirarse voluntariamente a la soledad del desierto?
Y así empezó a formarse "Vapor" en mi cabeza.
Si vienes a Getxo no dejes de pasar a ver en Bilbao el Museo de Bellas artes, que en su sección de arte antiguo cuenta con algunas pinturas flamencas(la mayoría anónimas)de estos seres grotescos, a mi me fascinan.Ya de paso aprovecha y ves lo que acaban de traer de Fernando botero (si te gusta, a mi si).No todo el arte chulo esta en el Guggenheim, allí hay mucha chatarra.
ResponderEliminarHabrá que leer "La tentación de San Antonio". El anacoreta resulta un personaje atractivo tal vez porque se nos escapa que alguien pueda renegar de toda regla impuesta. ¿Es libre por esto?
ResponderEliminarEl anacoreta reniega de toda regla impuesta pero se autoimpone reglas aún más estrictas: soledad y privación. Por eso decía que me parece un tema extremo.
ResponderEliminarEntonces...no hay salida.
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